SANTO DOMINGO. La industria emergente más esperanzadora y de mejor imagen para República Dominicana es, -¿alguien lo duda?- la cinematográfica.
La Ley 108-10 es hoy ejemplo para cineastas de otros países de América Latina, incluso de más tradición cinematográfica que República Dominicana, como los cubanos, por sólo poner un ejemplo. No por gusto, desde su promulgación hasta hoy se han filmado más de la mitad de los filmes en total, de lo que se filmó en los 88 años anteriores en República Dominicana.
¿Es perfecta la Ley de Cine? Claro que no. Pero a pesar de sus imperfecciones (tiene pendiente el tema de las co-producciones, por poner uno de los temas: o el no tener previsto un acápite a la promoción), ha permitido que desde el punto de vista económico signifique un aporte que sin dudas será creciente, más allá del significado cultural que tiene, así como en la renovación de la imagen del país, ya internacionalmente hablando.
Comprensión empresarial
Grandes empresas del país que nunca pensaron dedicarse al cine, terminaron invirtiendo, y aportando al desarrollo de esta industria de diferentes maneras. Unos con inversiones, como el Grupo Vicini, con los estudios de Lantica Media (en Juan Dolio) y el joint venture con Pantelium; otros como distribuidores locales, por ejemplo Manuel Corripio junto a Isabel Turull con Palacio del Cine, o Robert Carrady, con Caribbean Cinemas; y José Miguel Bonetti con la productora Antena Latina Films. Otras grandes empresas, como la Cervecería Nacional Dominicana y el Banco Popular han tenido una actitud de observador, o han comenzado tímidamente a apoyar proyectos. El Grupo BHD-León ha estado invirtiendo en varios proyectos, y ha abierto un departamento especializado en este tipo de negocios. Otros, como la familia Alma, con la productora Larimar se erigieron entre las más serias.
Aunque también han aparecido pequeñas empresas que han dado pasos importantes: la creación de los estudios Quitasueño, por Ángel y su hermano Miguel Ángel Muñiz, son los primeros creados al amparo de la Ley.
Institucionalización
La Asociación Dominicana de Profesionales del Cine (Adocine) ha continuado perfeccionando su labor, y entregó sus segundos premios La Silla.
DGCine, por su parte “fortaleció su relación con el Ministerio de Cultura en la definición de la política pública en el ámbito cinematográfico y audiovisual”, y logró mecanismos que permiten un mayor control en coordinación con la Dirección General de Impuestos Internos, Ministerio de Hacienda y Ministerio de Cultura, en busca de un “sano desarrollo y sostenibilidad”, dice un informe de DGCine, algo que era necesario, debido a la aparición de contados casos de picardía de algún que otro productor o director que provocó la ojeriza y el vilipendio, no sólo de tecnócratas que no alcanzan a comprender la importancia de las Industrias Culturales, sino también de hasta algunos creadores artísticos de visión municipal y espesa.
Si Ellis Pérez puso la zapata en la primera etapa de DGCine, Yvette Marichal ha levantado el primer piso. Según la directora general de Cine: “Es bueno destacar que desde el 2011 al año en curso la industria ha captado en inversión extranjera aproximadamente 500 millones de pesos, de lo cual se han pagado más de 130 millones en impuestos. Estos montos corresponden a producciones extranjeras que no han accedido al crédito fiscal, centrando su interés en la República Dominicana como destino fílmico”. Entre estas las series tipo reality son las que más se ruedan en el país. “Una de las más destacadas en este 2014 fue “Survivor: Turquía”; está producción contaba con un equipo compuesto por 90 turcos y 60 argentinos que vivieron y trabajaron en Las Terrenas por espacio de tres meses”, explicó.
El público
Una de las asignaturas pendientes de la Ley de Cine es la formación de un público avisado, capaz de apreciar el arte cinematográfico en su justa dimensión. Claro que esto es una labor a desarrollar a mediano y largo plazo que debe enfocarse con el apoyo financiero del Ministerio de Educación, pues de eso se trata, de educación, no solo en los centros educativos de todos los niveles, sino también en los medios.
Cuando exista ese público, no sucederá lo que hoy pasa en las salas de cine. Ya no se cuenta la asistencia de 300 mil personas a ver una película, como en los ‘orígenes’. Hoy día que asistan 120 mil personas a ver un film criollo es un gran éxito.
Si bien es normal que después de un primer impulso venga un repliegue, se espera que el público dominicano regrese cada vez más a ver sus producciones locales como lo hizo al principio.
Varios son los factores que pueden haber influido en esto: la producción de un exceso de comedias con guiones mediocres; el uso de los mismos rostros y los mismos clichés; el uso burdo de algunos esquemas de anuncios dentro del film; la poca calidad cinematográfica de algunas de ellas y, sobre todo, la cantidad de películas criollas en cartelera.
“En nuestra opinión, la cantidad de productos, más que la calidad, ha jugado un papel determinante. El poder adquisitivo del público no permite ir a los cines con tanta afluencia como en otros mercados. Si el público promedio va al cine una o dos veces al mes, no puede ver tres películas locales que estén en cartelera a la vez, en adición a las americanas que también están en cartelera”, explicó la directora de operaciones de Caribbean Cinemas y directora general del Festival de Cine de Fine Arts, Zumaya Cordero, quien hizo énfasis en que ha mejorado la calidad de las películas criollas.
Diversificación de géneros
Una buena señal es que se están diversificando los géneros. Una industria no puede, basar su futuro en un solo género. Hay un creciente interés por la producción de documentales, después del éxito de “Blanco” y “La Montaña”. Y también de otras temáticas, como ocurrió con “Despertar”, de José María Cabral, un digno thriller criollo de ciencia ficción, que abrió nuevos trillos.
En fin, el 2015 debe ser un año de mayores logros para la industria cinematográfica dominicana, con mejores filmes y una creciente presencia en festivales internacionales, además del respaldo del público nacional. Escalón tras escalón.
Datos
Quiero ser fiel: la película de Leonardo de León, inauguró un nuevo camino de distribución internacional, con presencia en cientos de cines en México, y sobre todo en Colombia, entre otros países latinoamericanos.
Fuente: diariolibre.com