El cine tiene sus raíces en el siglo XIX, cuando los hermanos Auguste y Louis Lumière sorprendieron al mundo con su invento, el Cinematógrafo, en 1895. La primera sala de cine del mundo fue el Salon Indien du Grand Café, ubicado en el sótano del Grand Café en París, Francia. Fue allí donde el 28 de diciembre de 1895 los Lumière realizaron la primera proyección pública y comercial de cine, un evento que revolucionó la manera en que las personas interactuaban con imágenes en movimiento. En esa época, las proyecciones mostraban solo escenas cotidianas, sin ediciones, ni narrativas estructuradas. Las imágenes en movimiento se presentaban como una novedad técnica, pero sin contar historias.
Esto cambió rápidamente con la llegada de directores como Georges Méliès y Alice Guy-Blaché, quienes comenzaron a crear historias con personajes y tramas. Méliès, famoso por su película “Le Voyage dans la Lune” (1902), transformó el cine en un medio para contar narrativas con conflictos, desarrollo dramático y efectos visuales, mientras que Alice Guy-Blaché fue pionera en explorar el potencial del cine para narrar historias con profundidad emocional. Fue en este momento en que las salas de cine cobraron mayor relevancia: se convirtieron en espacios dedicados a recibir y transmitir toda una gama de emociones, creando una experiencia inmersiva donde el público podía disfrutar de estas historias estructuradas.
En esta primera entrega de este recorrido, nos sumergiremos en la historia de las salas de cine en suelo dominicano, tomando como base el estudio del Padre José Luis Sáez y el libro “Las salas de cine de la República Dominicana: historia, desarrollo y evolución de la exhibición y distribución cinematográfica” de Félix Manuel Lora y Martha Checo. A través de estas investigaciones, comenzaremos a descubrir cómo estos espacios evolucionaron y se adaptaron con el tiempo.
La Llegada del Cinematógrafo a República Dominicana
El Cinematógrafo Lumière llegó a República Dominicana en 1900, de la mano del empresario italiano Francesco Grecco. Según documentos históricos, la primera exhibición se realizó en el Teatro Curiel de Puerto Plata el 27 de agosto de ese año. Sin embargo, investigaciones recientes han revelado que Grecco hizo su primera proyección en el país un mes antes en La Vega, lo que marca el verdadero inicio del cine en la nación.
A medida que Grecco recorrió distintas ciudades mostrando esta nueva tecnología, el cine comenzó a integrarse en la vida social dominicana. En ese momento, las películas eran mudas y mostraban imágenes cotidianas, acompañadas por música en vivo para agregarle emoción a la experiencia. Estos primeros pasos dieron lugar a lo que sería un fenómeno cultural en crecimiento: el surgimiento de las primeras salas de cine en el país.
El Surgimiento de las Primeras Salas de Cine
A inicios del siglo XX, el crecimiento de la cinematografía en el país llevó a la creación de las primeras salas de cine. El Teatro Vargas, fundado en 1908 por Fundador Vargas (más tarde conocido como Teatro Apolo), fue el primer local dedicado exclusivamente a la proyección de películas, acompañado por fonógrafos que ofrecían sonido a las imágenes. En 1911, se inauguró el Teatro Landolfi en Santo Domingo, donde se proyectaban películas importadas de Europa, estableciéndose rápidamente como una referencia para los amantes del cine. A esto le siguió el Teatro Independencia, inaugurado en 1913, que contaba con 565 butacas y un moderno sistema de iluminación, siendo un hito en la arquitectura de la época. En 1915, el Teatro Colón, remodelado por Juan Bautista Alfonseca, se convirtió en un epicentro de eventos cinematográficos y culturales hasta su destrucción por el ciclón San Zenón en 1930.
La Expansión del Cine en los Años 20
Durante la década de los años 20, las salas de cine comenzaron a multiplicarse en Santo Domingo, con el Teatro Rialto inaugurado en 1923, que ofrecía películas mudas con música en vivo. Uno de los músicos que tocaba el piano mientras los asistentes veían las películas era mi abuelo, Bienvenido Mejía, padre del cineasta Pericles Mejía. El teatro fue gestionado por Joaquín Ginebra, y rápidamente se posicionó como uno de los cines más sofisticados de la capital. En 1925, el Teatro Capitolio, diseñado por el arquitecto Juan Bautista del Toro en estilo Art Decó, abrió sus puertas frente al Parque Colón, consolidándose como una de las salas más prestigiosas de la época. Proyectó películas como “Los enemigos de la mujer”.
En la zona intramuros, también se encontraba el Cine Militar de Las Fuerzas Armadas, ubicado en la calle Las Damas, un espacio clave para la exhibición de películas en esa área.
Nuevas Salas y Crecimiento en los Años 30 y 40
Los años 30 y 40 vieron el crecimiento masivo de los cines en Santo Domingo. El Teatro Max, inaugurado en 1930 en la avenida Duarte, se destacó por ofrecer dos películas por el precio de una. Ese mismo año, El Travieso, precursor del Max, comenzó a atraer multitudes. Cine Ozama abrió en 1935, mientras que Mi Cine, especializado en westerns, empezó a operar en la misma época. En 1936, el Teatro Apolo, con capacidad para 800 personas, elevó los estándares de los cines de la capital con su moderna marquesina y avanzado equipo sonoro. En 1941, el Teatro Olimpia, ubicado en la calle Palo Hincado, se consolidó como una sala moderna y avanzada para su época. En 1942, el Teatro Julia en Villa Francisca, con capacidad para 1,050 butacas, se posicionó como la sala más grande del país. Además, frente al Teatro Julia se encontraba el Coliseo Brugal (luego conocido como Coliseo Ramfis y Jardín Ramfis), famoso por sus eventos de boxeo y lucha libre, y también por ser un cine de tercera.
Expansión de los Cines en los Barrios
Con el crecimiento de Santo Domingo, los cines comenzaron a llegar a los barrios, ofreciendo entretenimiento accesible para todos. El Teatro Diana, inaugurado en 1951 en la avenida Duarte, ofrecía cómodas butacas acojinadas y capacidad para 1,000 personas. En 1956, el Teatro Leonor abrió en la calle Arzobispo Nouel, transformándose más tarde en el Cine Colonial. En San Carlos, el Teatro San Carlos abrió en 1958 con 1,500 butacas, consolidándose como el cine más grande de su tiempo, mientras que el Teatro Elite en Gascue, inaugurado en 1948, fue pionero en ofrecer aire acondicionado y sonido estereofónico.
También en la avenida Duarte se encontraban el Cine Doble y el Cine Triple Nacional, que ofrecían funciones de manera regular.
En 1950, se inauguró el Teatro Santomé (antes conocido como Teatro Encanto), en la calle El Conde esquina José Reyes, especializado en películas en tecnicolor.
Otros Cines Populares
Otros cines importantes de la época incluyen el Teatro Trianón, y en la esquina de Juana Saltitopa y Teniente Amado García (antigua Braulio Álvarez), se encontraba el Cine Radhamés, un cine de tercera. En la avenida Nicolás de Ovando, el Cine Premier ofrecía entretenimiento para los vecinos de la zona, mientras que en la Manuela Díez, entre la Duarte y Hermanos Pinzón, se encontraba el Cine Marlboro. Además, cines como el Cine San Miguel en la calle Francisco Segura y Sandoval, y el Cine Eva en la avenida México del sector Buenos Aires, también fueron parte del circuito cinematográfico de la época. En la carretera Mella, el Cine Alma se consolidó como uno de los cines más populares de la zona oriental, mientras que en Herrera, el Cine Las Caobas ofrecía una de las pocas salas con aire acondicionado.
En la zona Oriental destacaban cines como el Cine Petit (luego conocido como Montecarlo) y el Cine Arelis en la avenida Venezuela, donde posteriormente se instaló la famosa discoteca Macumba.
El Teatro Lido, inaugurado el 8 de febrero de 1963 en la avenida Mella, también fue parte de este crecimiento. Su enfoque inicial era ofrecer material de diversos géneros y para diferentes públicos.
Más Salas en los Años 50 y 60
En 1960, en la avenida Duarte, abrió sus puertas el Cine Gigante, que luego fue rebautizado como Teatro Montecarlo. Cerca del Parque Enriquillo, en la calle Ravelo, se inauguró el Teatro Atenas en 1953, con capacidad para 2,000 personas, mientras que en la calle José Martí se encontraba el efímero Teatro Héctor.
En la avenida 27 de Febrero, el Cine Balani y el Cine Fénix dominaban la escena cinematográfica de la zona, aunque la construcción de un paso a desnivel afectó el acceso al Cine Balani en sus últimos años.
Crecimiento en los Barrios Populares
Los cines también se expandieron en los barrios populares. En Villa Consuelo, los dos cines de La Voz Dominicana marcaron la pauta junto con el Cine Alma (luego Cupido) y el Cine Municipal de Villa Consuelo. Entre Villa Consuelo y Villa Juana, los cines Janet, Cometa y Satélite crearon un circuito importante para los residentes de la zona. En el ensanche La Fe, el Cine Luna y en Cristo Rey, el Cine Coloso, ofrecían proyecciones regulares. En Villas Agrícolas, el Cine Popular y el Cine Ketty brindaban acceso a la población local.
Al norte de la avenida Nicolás de Ovando, se encontraba el Cine Premier, y en la avenida Albert Thomas, el Cine Cinzano servía a los vecinos de la zona. En la calle Manuela Díez, el Cine Marlboro continuaba ofreciendo entretenimiento.
Aquí termina este recorrido por los inicios del cine en República Dominicana, desde la llegada del Cinematógrafo Lumière hasta la expansión de las salas de cine en la capital y barrios populares. Este viaje nos muestra cómo el cine se ha convertido en un punto clave para la vida social y cultural del país.
En la Parte 2, nos adentraremos en los cambios que ocurrieron en las salas de cine durante los siguientes años, y cómo estas se adaptaron a la evolución de la tecnología y la sociedad dominicana. ¡No te lo pierdas!
Por Marc Mejía para CineDominicano.com