El cine, como toda manifestación artística, difunde las expresiones y tradiciones de las sociedades. Su carácter audiovisual lo convierte en el recurso más efectivo al momento de plasmar costumbres y formas de pensar de los pueblos, ya que, muchas veces, las películas son producto de un trasfondo político, cultural, económico y social de un momento determinado.
Este sentido peculiar del periodo que imprime un cineasta en su obra al momento de filmarla, hará que cada vez que se la vea en el futuro, ofrezca una visión particular e irremplazable del mundo en ese momento histórico. De ahí que el cine constituya una de las mayores fuentes de memoria histórica y colectiva de las naciones.
Desde los inicios del séptimo arte, los realizadores han dejado en sus filmes sus inquietudes y sus denuncias, reflejando el sentir colectivo de sus círculos. Es el caso de los cineastas rusos de la década de 1920, encabezados por Sergei Eisenstein, cuyas películas plasmaban las condiciones de la Rusia posrevolucionaria, como la hambruna, la guerra civil, el descontento político, social y económico y la inestabilidad institucional.
Del mismo modo a lo largo de los años han surgido obras cinematográficas propagandísticas, con la finalidad de defender posturas políticas y sociales; la más conocida tal vez sea el documental político artístico dirigido por Leni Riefenstahl, de 1934, El Triunfo de la Voluntad, el cual se realizó por encargo de Adolf Hitler, y cuyo objetivo principal era resaltar los valores y la raza aria, así como la figura del mismo Hitler.
Como documento histórico, una película no se limita a la historia que cuenta. Es necesario acercarse al cine con una visión amplia, múltiple, que permita contemplarlo desde la mayor cantidad posible de puntos de vista, con la finalidad de entenderlo como una experiencia global, atendiendo al contexto en el que fue realizado un filme, integrando la sociedad que lo produce, el público que lo recibe, la crítica y el panorama socio-cultural y político.
A partir de la segunda mitad de la década de 1940, el cine estadounidense se vio marcado por dos acontecimientos importantes: el supuesto descubrimiento de un OVNI en Nuevo México, conocido como el Caso Roswell, y la Guerra Fría. De ahí que películas como Pickup on South Street, Kiss Me Deadly o Invasion of the Body Snatchers reflejaban el ambiente psicológico de Estados Unidos en esos momentos, donde las teorías de invasión alienígena se unían al nerviosismo de la Guerra Fría y de la amenaza comunista.
Dentro del cine dominicano, la película Un Pasaje de Ida retrata como las precariedades en un país que atravesaba una difícil coyuntura económica y política en los años 80´s obliga a un grupo de jóvenes a querer emigrar ilegalmente a los Estados Unidos, en busca de mejores condiciones de vida. El filme de Agliberto Meléndez está basado en un hecho real acontecido en 1980 en el que 22 dominicanos fallecieron asfixiados dentro de un contenedor del barco panameño Regina Express, cuando intentaban viajar ilegalmente a los Estados Unidos. También el documentalista Rene Fortunato ha jugado un papel en la recopilación de memoria histórica audiovisual, a través de sus documentales que retratan algunos aspectos de la realidad socio-política del país.
El cine es una manifestación artística con el poder de influir en la forma en la que las personas perciben el mundo. Las películas son documentos que ya es necesario tener en cuenta al momento de reconstruir algún hecho del pasado. No solo proyectan situaciones, sino también la manera en la que uno o varios sectores sociales reaccionan ante determinados incidentes. Los filmes pueden llegar a transmitir la forma de pensar de una nación de manera más fiel y directa que otras artes y ahí reside una de las razones más poderosas para darle importancia a la industria cinematográfica de un país, como patrimonio y memoria histórica.
Por: Marthaloidys Guerrero