Entre otros títulos y atestados, Jacqueline Bello Isaías es arquitecta, productora cinematográfica, fundadora y expresidente de la Fundación Académica del Nuevo Cine, iniciadora y profesora del Programa de Cine de la prestigiosa Escuela de Diseño de Altos de Chavón (afiliada a la Escuela de Diseño Parsons, de Nueva York).
Jacqueline Bello es también encargada de Educación y Capacitación Cinematográfica de la Dirección General de Cine de República Dominicana (DG Cine), ente creado con la Ley de fomento de la actividad cinematográfica en la República Dominicana.
A partir de la entrada en vigencia de esa ley, el 2012 dejó la notable cifra de 27 permisos de rodaje otorgados y 18 largometrajes filmados en la República Dominicana, un país que, en el territorio cinematográfico, antes de dicha ley se comportaba como cualquiera otro de las regiones mesoamericana y caribeña.
En su primer año de vigencia, esa norma metió de lleno al país en la dinámica de la industria cinematográfica. En este 2013, iniciando una relación de intercambio cultural y académico, DG Cine otorgó dos becas completas y una parcial a tres estudiantes dominicanos para que estudiasen en la Nueva Escuela de Cine y Televisión de la Universidad Véritas de Costa Rica. Conversamos con la visitante.
–¿Cuál era el panorama de producción cinematográfica en la República Dominicana antes de la ley de cine?
–Antes no existía una industria cinematográfica: había proyectos independientes, escasos. Muy esporádicamente se rodaban proyectos de bajo presupuesto con inversión extranjera, y con poquísima frecuencia proyectos de alto calibre financiero, como El padrino (1974), Sangre de Cuba (2003), La ciudad perdida (2005) y La fiesta del Chivo (2005), entre otros.
–¿Cómo surgió la “Ley para el fomento de la actividad cinematográfica” de la República Dominicana?
–Hubo varios intentos del gremio del cine dominicano por impulsar una ley que dinamizara la producción local, pero es difícil poner a tanta gente de acuerdo, y las divergencias internas terminaban por neutralizar estas iniciativas.
”El ahora expresidente Leonel Fernández retomó el proyecto y le dio el espaldarazo político que lo convirtió en ley en el 2010. Con el reglamento aprobado posteriormente, se creó la Dirección General de Cine, adscrita al Ministerio de Cultura y órgano descentralizado del Estado con autonomía administrativa, financiera y técnica. La ley entró entonces a regir en el orden práctico. En este proceso se usó como modelo la ley de cine de Colombia.
”Los artículos cardinales de la ley son dos: el 34.º, sobre el estímulo tributario a la inversión cinematográfica, y el 39.º, sobre el crédito fiscal transferible”.
–¿Qué sucedió con la entrada en vigencia de la ley de cine?
–El impacto de la ley ha sido tremendamente positivo. En el primer año de entrada en vigencia se filmaron 18 producciones audiovisuales, largometrajes nacionales y largometrajes de inversión extranjera. La mejor manera de crear una industria es tener a mucha gente trabajando en ella, aprendiendo, haciendo.
”Además, está el otro factor que termina de dibujar el círculo: la convocatoria. La respuesta del público ha sido más que satisfactoria. Datos extraoficiales hablan de 70.0000 entradas vendidas para películas dominicanas”.
–¿Quiénes trabajan en las películas y qué línea general sigue este primer grupo de películas impulsadas por la ley?
–En las películas nuestro país trabajan equipos dominicanos, y hay de todo: empíricos, y egresados de escuelas de cine extranjeras, de la Escuela de Cine de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, del Programa de Cine de Altos de Chavón y de talleres especializados de formación cinematográfica impartidos por la Fundación Académica del Nuevo Cine.
”En promedio, las películas rondan presupuestos de $ 500.000. Son iniciativas privadas y sigue imperando el género de la comedia, aunque también hay largometrajes que entran en los géneros de drama, terror y ficción”.
–¿Cuál es su opinión sobre el efecto a mediano y largo plazos que tendrá la ley de cine?
–En términos generales, el gremio de cineastas dominicanos aprecia la ley de cine y ya goza de sus beneficios. Además, hay un consenso extendido en que el cine es quizás el mejor embajador que existe.
”El cine comercial se irá equilibrando con el cine de reflexión, y ambos serán los vehículos que reflejarán la identidad cultural, no solo dominicana, sino regional, por una gran parte vital que compartimos los países de Centroamérica y el Caribe”.
Fuente: http://www.nacion.com/