La industria cinematográfica dominicana ha sido, en los últimos años, uno de los sectores más dinámicos y productivos del país, contribuyendo significativamente al desarrollo de la economía naranja. Gran parte de este crecimiento se debe a la Ley No. 108-10, que fomenta la creación de películas nacionales e internacionales en República Dominicana mediante incentivos fiscales. Sin embargo, la amenaza de modificar o eliminar algunos de sus artículos clave, como los artículos 34 y 39, ha encendido las alarmas entre los profesionales del sector.

Un gremio entero se une para abogar por el incentivo más joven del país, y el que menos le cuesta al Estado.

La industria de cine dominicano se une en defensa de la Ley 108-10

En las últimas semanas, hemos visto a una industria de cine dominicana unida y organizada con un mismo propósito: comunicar en unísono la importancia de proteger la Ley 108-10, que no solo ha desarrollado y regulado a la industria creativa más importante del país, sino que también emplea dignamente a miles de dominicanos.

Esta es la misma ley de incentivos que ha permitido que la República Dominicana haya atraído una inversión directa de más de US$649 millones desde 2012, el 75% de los cuales se generaron luego de la pandemia, cuando el país consolidó su posicionamiento como uno de los destinos cinematográficos más importantes de la región. A pesar de sus logros, la ley de cine es relativamente joven, con solo 14 años de vigencia, lo que la hace vulnerable a modificaciones prematuras en comparación con incentivos de otras industrias clave como el turismo y la zona franca.

La importancia de los artículos 34 y 39: Claves para el cine local e internacional

Durante un reciente evento organizado por la Asociación Dominicana de Profesionales del Cine (Adocine), Albert Martínez Martín hizo un llamado a la preservación de la Ley 108-10, destacando que los artículos 34 y 39 son el núcleo de la normativa. El artículo 34 está diseñado para fomentar el talento local, ofreciendo las bases para que los cineastas dominicanos puedan desarrollar proyectos que reflejen la cultura y esencia del país. Sin este pilar, muchas historias locales quedarían en el olvido, perdiéndose una parte importante de la identidad cultural dominicana.

Por su parte, el artículo 39 es el motor que atrae inversiones extranjeras al país, haciendo que producciones internacionales escojan la República Dominicana como escenario para sus rodajes. Estas producciones no solo generan empleo y desarrollo para los profesionales locales, sino que también traen consigo tecnología de vanguardia y oportunidades de aprendizaje para el talento dominicano.

Un modelo a seguir: República Dominicana como la Nueva Zelanda del Caribe

En su discurso, Martínez Martín comparó a la República Dominicana con Nueva Zelanda, un país insular con una población menor, pero que ha logrado atraer más de 1.7 billones de dólares en inversión cinematográfica al año. Si una nación con menos habitantes y turismo ha alcanzado ese nivel, no hay razón para que la República Dominicana, con sus paisajes e infraestructura, no pueda seguir ese camino.

Gracias a la Ley 108-10, en solo una década, el país ha pasado de no tener inversiones extranjeras significativas en cine a captar 200 millones de dólares anuales. Martínez Martín confía en que, con la protección de esta ley, esa cifra puede aumentar a 300, 400 o incluso 1 billón de dólares, posicionando a República Dominicana como un referente en la producción audiovisual internacional.

La Ley de Cine: Un impacto social y económico sin precedentes

El impacto de la Ley 108-10 no solo se refleja en las grandes cifras, sino también en las vidas transformadas por la legislación. Según el director José María Cabral y otros profesionales del sector, cientos de electricistas, carpinteros, ebanistas, choferes, maquillistas, grafiteros y otros técnicos han visto cómo sus vidas y las de sus familias mejoraron, gracias a los empleos dignos generados por la industria cinematográfica dominicana. Esta ley también ha creado oportunidades para artistas plásticos, músicos, arquitectos y diseñadores de producción, sectores que antes no encontraban desarrollo en otras áreas económicas.

A nivel internacional, la Ley de Cine ha puesto a la República Dominicana en el mapa global del cine. El país ha sido representado en importantes festivales de cine, como Venecia y Berlín, donde una película dominicana fue premiada con el Oso de Plata al mejor director, un reconocimiento que refuerza el prestigio de la industria cinematográfica dominicana. Además, la ley ha generado más de 25,000 empleos directos, de los cuales el 55% son ocupados por mujeres, y ha permitido el crecimiento de más de 375 microempresas vinculadas al sector.

Otro dato relevante es que la Ley 108-10 ha inyectado más de 100 millones de dólares en inversión privada en el país, mientras que el turismo cinematográfico ha generado más de 412,000 noches de ocupación hotelera en los últimos cuatro años. Estas producciones internacionales han traído al país a grandes nombres del cine global, como Brad Pitt, Jodie Foster y Jacqueline Bisset, quienes se han convertido en promotores de la cultura y belleza de la República Dominicana, atrayendo más inversión y turismo.

El impacto económico y cultural del cine en República Dominicana

Algunos críticos argumentan que los incentivos fiscales que ofrece la Ley 108-10 representan una pérdida de ingresos para el gobierno. Sin embargo, esta visión ignora el efecto multiplicador que tiene la industria cinematográfica sobre la economía del país. El cine no solo genera empleo directo para técnicos, actores y productores, sino que también impacta positivamente sectores como el turismo, transporte, comercio y servicios.

El director José María Cabral subraya que el cine es una herramienta esencial para la promoción de la cultura y la identidad dominicana en el mundo. A través de las películas, la República Dominicana tiene la oportunidad de mostrar su riqueza natural y cultural a audiencias globales, reforzando la imagen del país como un destino turístico atractivo.

Un llamado a la unidad: El cine como motor de crecimiento

La Ley 108-10 es una moneda con dos caras: los incentivos locales y extranjeros se complementan entre sí. El artículo 34, que fomenta la producción local, ayuda a formar y capacitar a miles de profesionales, mientras que el artículo 39, que atrae producciones internacionales, genera empleo y oportunidades para esos mismos profesionales. Sin uno, el otro no podría prosperar.

Modificar o eliminar estos incentivos afectaría no solo al cine local, sino también a la capacidad del país para atraer grandes producciones internacionales. Esto repercutiría negativamente en el empleo, la economía y la proyección internacional de la República Dominicana como destino de filmación.

Preservar el futuro de la industria cinematográfica

La Ley 108-10 ha sido fundamental para el desarrollo de la industria cinematográfica en República Dominicana. Sin los incentivos que esta ley ofrece, sería difícil atraer las grandes producciones internacionales que tanto han beneficiado a la economía del país. Además, la ley permite a los cineastas dominicanos seguir contando historias que reflejan su identidad y cultura, proyectando al país en millones de pantallas alrededor del mundo.

Empresas dominicanas como Lantica Studios han demostrado con su trabajo que la República Dominicana tiene el potencial de convertirse en un gigante cinematográfico, similar a lo que Nueva Zelanda ha logrado. El camino hacia ese objetivo pasa, sin duda, por la preservación de la Ley 108-10, tal como está. Sin esta ley, la industria del cine, y con ella una parte fundamental de la economía naranja, podría desaparecer.

Como bien hemos escuchado en estas últimas semanas: “Sin ley, no hay cine.”

Por Marc Mejîa para www.cinedominicano.com

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