La frecuente sociedad de los adjetivos cineasta y mago adquiere una exactitud plena en los cortometrajes realizados hace más de un siglo por el inglés Walter R. Booth (1869-1938), capaz de p0ner vehículos a circular por los anillos de Saturno o predecir las jugarretas del time lapse cuando el término ni siquiera se había inventado…
No es casualidad que Booth, que permanece injustamente olvidado entre los pioneros del cine experimental de finales del siglo XIX y principios del XX, supiese cómo hacer asombrosos trucos con las posibilidades de los efectos especiales en el recién inventado medio, presentado en sociedad en 1895 en París por los hermanos Lumière —la fecha es discutida y existen muchos otros nombres y fechas ligados a la invención del cinematógrafo—.
Hijo de un ceramista de quien heredó la facultad de pintar con soltura para elaborar escenografías y construir objetos en tres dimensiones y practicante profesional de la magia y el ilusionismo, Booth dejó ambas vocaciones a partir de 1896, cuando conoció en 1895 a Robert W. Paul (1869-1943), científico, electricista, inventor y precursor del cine en el Reino Unido. Desde entonces, ambos visionarios se dedicaron a producir y realizar trick films (films con truco), cortos o mediometrajes basados en una demostración humorística de la ruptura de las leyes de lo posible.
Artistic Creation quizá sea el más poético de los trick films del mago-cineasta. Es un corto de 1901 que en apenas dos minutos resume la filosofía cinematográfica de Booth: simpatía, candidez y sentido de la maravilla.
Un artista, idealizado como un arlequín-payaso de la Commedia dell’Arte, pinta y a la vez da vida a una mujer. Lo hace por partes: primero la cabeza, luego el torso, después los brazos y finalmente las piernas. Hay un añadido final, un rizo inesperado en el guión, pero no lo mencionaré para obligarles a ver la obra, antecedente primario de la hoy tan socorrida animación por time lapse.
Booth fue muy prolífico durante una década, llevando al límite la imaginación y la inventiva en cortos de animación como
The Haunted Curiosity Shop (1901), que desarrolla el tema de los juguetes que cobran vida, y otros de inocente ciencia ficción entre los que destaca
The ‘?’ Motorist (1906), donde los dos viajeros de un automóvil sacan de quicio a un agente de policía y terminan volando hacia el espacio exterior.
Hay una precisa filmografía de este pionero en el British Film Institute, con enlaces a vídeos de los cortometrajes que firmó.
A partir de 1915, cuando el cine tomaba el camino de una industria en alza y los experimentos eran superados por los dramas o las comedias, Booth intentó ganarse la vida como publicista, pero su rastro se pierde y ni siquiera hay noticias de lo que hizo hasta su muerte en 1938 en Birmingham.
Jose Ángel González de 20minutos.es