En el ámbito cinematográfico guerrilla es un término que se usa para referirse a aquellas producciones audiovisuales que se realizan casi siempre con tecnología digital, personal reducido, presupuesto bajo o inexistente y que generalmente se difunde a través de plataformas digitales o salas especializadas.
Aunque no es una modalidad nueva, el despliegue de la tecnología digital y la democratización del internet de los últimos años ha empoderado a una nueva generación de cineastas que está más preocupada por su necesidad de expresión que por el éxito financiero o la fama que puedan alcanzar con sus creaciones.
Como característica el cine de guerrilla no suele contar con el apoyo de empresas productoras; en vez de esto muchas veces recurre al autofinanciamiento o al crownfounding; también abarata costos al usar tecnología digital y usualmente su distribución es no comercial, muy dependiente de los canales online. De igual forma, y como consecuencia del uso de un equipo técnico ligero, discreto y rápido, el cine de guerrilla posee una estética hiperrealista y austera, muy cercana a la del documental, lo que da más credibilidad a las escenas.
Aunque el concepto de independiente y de guerrilla pueden resultar parecidos, no lo son: El cine independiente tiene cabida en la industria, y hasta cuenta con estudios y distribuidoras que lo respaldan; también suele usar actores y personal técnico profesional que cobra por sus servicios, así como tecnología de última generación. A pesar de que sus presupuestos son más reducidos, y sus temas menos mainstream que los del cine de industria, se promocionan globalmente y casi siempre suelen estrenarse en salas comerciales.
El cine de guerrilla es una respuesta a la necesidad de los artistas de expresarse, de comunicar. Se realiza a espaldas de la industria, sin permisos, obviando la burocracia, tomando los recursos que se tengan a mano y maximizándolos y explotándolos al extremo; se toman equipos prestados; se piden favores a la familia y amigos; se filma en los fines de semana o en los momentos libres; se hace la edición en una computadora personal; y sobre todo, se improvisa a medida que van surgiendo situaciones; lo importante es, en primer lugar, lograr hacer cine, superando cualquier obstáculo. Otro elemento distintivo son los temas, obras generalmente incompatibles con la política de las grandes productoras, filmes rebeldes, alejados del academicismo y las convenciones de la industria.
Muchos directores hoy exitosos han experimentado en sus inicios con el cine de guerrilla. Es el caso de Robert Rodríguez con su famosa película El Mariachi, cuyo costo total fue de US$7,000 que salieron del propio bolsillo de Rodríguez y que inicialmente fue concebida para distribuirse en el mercado latino de la renta de video. Luego de que algunos ejecutivos de Columbia Pictures la vieran, esta adquirió los derechos y asumió su distribución. Como suele ocurrir en este tipo de cine, Robert Rodríguez, además de dirigir la película, también escribió el guion, e hizo la fotografía y la edición.
De igual manera la película Carmina o Revienta, del director español Paco león, comedia realizada con un presupuesto de $40,000 euros, en la que el cineasta utilizó a su madre, Carmina Barrios y a su hermana Maria León como actrices principales. La película tuvo un estreno simultáneo en cines, internet y DVD, y obtuvo tres nominaciones a los Premios Goya 2012. Al igual que Rodríguez, Paco León se encargó de escribir el guion, dirigir, editar y hasta vender la película.
El cine de guerrilla es una forma de que lleguen al público, por diferentes vías, productos audiovisuales diferentes, subrayados por una pasión y un deseo de hacer cine que sobrepasan los convencionalismos y las dificultades económicas.
Por: Marthaloidys Guerrero