Es fácil pensar que las economías más fuertes del mundo dependen únicamente de su infraestructura, estabilidad financiera o capacidad industrial. Sin embargo, hay un factor que muchos economistas subestiman: la cultura. Países como Estados Unidos, Francia, España, India, México, Alemania, Italia y muchos otros más han demostrado que una industria cinematográfica fuerte, bien regulada y protegida no solo enriquece su identidad cultural, sino que es también un pilar económico fundamental.
Hoy en día, la República Dominicana está recorriendo ese mismo camino gracias a su Ley de Cine, una legislación que no solo está atrayendo el reconocimiento internacional, sino que ya ha comenzado a madurar como uno de los sectores más dinámicos del país. El cine, lejos de ser solo entretenimiento, ha demostrado ser un motor de crecimiento económico que fortalece al país desde múltiples frentes.
Los pilares del crecimiento económico: Salud, educación, seguridad… y cultura
En cualquier discusión sobre desarrollo económico, pocos ponen en duda la importancia de proteger los sectores de la salud, la educación y la seguridad. No proteger uno de estos sectores sería como construir una mesa con solo tres patas: eventualmente se caerá. El error está en olvidar que el sector cultural, y en particular el cine, es esa cuarta pata que le da estabilidad y equilibrio al desarrollo sostenible de cualquier nación.
Veamos el caso de un país que invierte masivamente en educación y salud, pero ignora su cultura. Puede lograr una población sana y educada, pero sin una identidad cultural sólida, sin una industria que cuente sus propias historias, esa nación corre el riesgo de perder competitividad en el ámbito global. Un ejemplo claro es el de Francia, donde la cultura es tratada como un asunto de Estado. Desde sus festivales de cine internacionales hasta su fuerte industria cinematográfica, Francia ha sabido proyectar su identidad en el mundo y, en el proceso, ha convertido la cultura en uno de sus mayores activos económicos. Este país reconoce que, al igual que la educación y la salud, el cine es una inversión estratégica que da frutos a largo plazo.
El cine como motor económico: lecciones para República Dominicana
La República Dominicana ha entendido esta lección con la implementación de la Ley de Cine. A través de esta legislación, el país ha comenzado a posicionarse como un destino atractivo para producciones internacionales, generando miles de empleos, atrayendo inversión extranjera y mejorando la infraestructura. Pero, lo más importante es que ha permitido a los dominicanos contar sus propias historias, promoviendo la cultura local en una pantalla global.
Las grandes producciones internacionales que eligen filmar en la República Dominicana no solo traen dinero, sino que elevan el perfil del país, fomentan el turismo y crean una cadena de valor que beneficia a otros sectores. La infraestructura de filmación, los técnicos capacitados y el talento local se han multiplicado gracias a los incentivos de esta ley. No se trata solo de atraer a Hollywood, sino de construir una industria sólida que empodere a los creadores locales.
Cultura y crecimiento: más que un lujo, una necesidad
Para algunos economistas, la cultura sigue siendo vista como algo secundario, un lujo que puede esperar frente a necesidades más urgentes como la educación, la salud o la seguridad. Sin embargo, esto no puede estar más lejos de la verdad. La cultura es una fuerza productiva que, cuando está bien gestionada, se convierte en una inversión con retornos tangibles.
La Ley de Cine de la República Dominicana ha logrado precisamente esto: demostrar que invertir en cultura es invertir en el futuro económico del país. Al crear un marco de incentivos fiscales, ha permitido que el sector cinematográfico pase de ser una promesa a una realidad. El país está en la senda correcta, pero es esencial seguir protegiendo esta legislación para consolidar su impacto.
Un ejemplo gráfico: la sinergia entre los pilares
Para entender mejor cómo la cultura forma parte integral del crecimiento económico, pensemos en una ciudad que ha reconstruido su economía tras una crisis devastadora. Supongamos que esta ciudad invierte masivamente en salud pública, asegurando hospitales de última generación y un acceso amplio a la atención médica. Al mismo tiempo, invierte en educación, construyendo nuevas escuelas y capacitando a los maestros para garantizar que las nuevas generaciones reciban la mejor formación posible. También fortalece la seguridad pública, reduciendo la criminalidad y proporcionando un entorno seguro para sus ciudadanos. Todo esto suena como una receta exitosa, ¿verdad?
Pero, ¿qué pasaría si esta ciudad no invirtiera en su cultura, en sus teatros, museos, cines y centros creativos? Su juventud, aunque educada, carecería de espacios para expresarse y desarrollar su identidad. Los turistas no encontrarían un motivo para visitarla, y los inversores extranjeros no verían atractivo en una ciudad sin una identidad cultural vibrante. La ciudad, a pesar de sus mejoras en otros sectores, no alcanzaría todo su potencial económico.
Este ejemplo muestra que la cultura no es un complemento opcional, es un componente esencial de una sociedad equilibrada y próspera.
Francia y Estados Unidos: Lecciones culturales desde lo más alto
Hace apenas unas semanas, Francia sorprendió al mundo con una majestuosa ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos, un verdadero derroche cultural que mostró cómo, desde sus inicios, la cultura ha sido el pilar fundamental de su nación. Desde la Revolución Francesa hasta hoy, Francia ha sabido proyectar su identidad y demostrar que su cultura es el motor que impulsa su desarrollo y proyección internacional.
En la ceremonia de clausura, cuando Francia entregó la antorcha olímpica a Estados Unidos, quedó claro que la cultura también es un pilar fundamental en el país norteamericano. Aunque tendremos que esperar cuatro años para ver nuevamente cómo una gran nación despliega su riqueza cultural en la apertura de los Juegos Olímpicos, no podemos ignorar que uno de los estados más grandes de Estados Unidos está completamente dedicado al cine y la cultura: California, hogar de Hollywood, el epicentro de la industria cinematográfica mundial. Estados Unidos ha sabido aprovechar su industria cultural no solo para entretener, sino para proyectar su poderío económico y cultural a nivel global.
Conclusión: Cultura y cine, pilares del futuro dominicano
La República Dominicana ha dado pasos importantes para consolidar su industria cinematográfica y proteger su cultura, pero no puede detenerse aquí. El cine, al igual que la salud, la educación y la seguridad, es un pilar fundamental para el crecimiento económico. Dejar fuera a la cultura en las políticas de desarrollo sería un error tan grave como ignorar la salud o la educación.
Con la Ley de Cine, el país ha trazado un camino que está llevando a la industria hacia la madurez, creando empleos, atrayendo inversiones y proyectando al país en el escenario internacional. Al igual que Francia, Estados Unidos, España, India, México y Corea del Sur, la República Dominicana tiene la oportunidad de demostrar que la cultura, y en particular el cine, es un motor económico que no debe subestimarse. El futuro de la nación depende de su capacidad para seguir impulsando estos cuatro pilares juntos, con la cultura como una pieza clave en la ecuación del desarrollo.
“Cuando invertimos en cine, invertimos en empleos, en turismo y en el alma de una nación.”
Por Marc Mejía para www.cinedominicano.com