Pese a la estelaridad y belleza de Nicolle Kitman como Grace de Mónaco, el filme fue destrozado por la crítica que concurre a Cannes 2014.
CANNES. Lo que fue planeado como golpe de efecto desde una plataforma mundial en el cine, por medio de su festival más importante, ha visto en carne propia como se sale el tiro por la culata y ha dejado reconocer el acierto popular de que más vale la sal que el chivo. Grace de Mónaco, pese a la esteleridad de su protagonista, la hermosa y esbelta Nicolle Kitman, y a que no es en si una mala película desde la elaboración de su técnica, evidencia que el tono que finalmente se le dio y el discurso fílmico que asume, la han llevado al rincón nada prestigioso de lo anodino y unilineal, previsiblemente aburrido para lo que debe esperarse de los talentos involucrados.