Hoy Netflix y YouTube, mañana la HBO u otros: el aumento de poder en el mercado europeo de nuevos servicios de difusión de cine ha hecho entrar el (muy sólido) modelo cinematográfico francés en una espiral que puede generar serios desequilibrios a largo plazo muy fácilmente.
Un tema visto con lupa durante los 24os Encuentros Cinematográficos organizados por la ARP en Dijon, que han colocado bajo los focos la reglamentación actual que, a nivel europeo, se basa en el principio del país de emisión, lo que permite a los gigantes de Internet liberarse de las reglas que tienen que ver con la competencia y los temas fiscales, pero también con la obligación de apoyo a la creación y a la exhibición de las obras.