A casi todo el mundo le gusta ver películas. Y todo el que ve una película acaba formándose una opinión de esta. En consecuencia, se diría que todos llevan un crítico dentro. Afortunada, o desafortunadamente, no es tan sencillo como esto.
Si el crítico de cine nace o se hace, difícil saberlo. Lo cierto es que la mayoría de estos, antes de ser críticos fueron cinéfilos apasionados. Pero no se limitan a ser cinéfilos promedio. Estos amantes del séptimo arte rechazan el cine como un simple medio de entretenimiento y lo ven como algo trascendente y significativo; para ellos el cine es un ente que los acompaña a lo largo de su vida, y que influye en los momentos decisivos de su existencia.
Pero al momento de comentar una película, el crítico se enfrenta a un sinnúmero de retos: Para empezar, debe tener dominio de lo que pasa en el mundo del cine, y también de lo que ya pasó; debe conocer los paradigmas y manejarlos, así como la evolución del lenguaje cinematográfico y sus técnicas. A pesar de que la conclusión final que ofrezca será resultado de su gusto personal y sus razonamientos, debe intentar mantener alejados los prejuicios, que pueden entorpecer y devaluar la crítica.
El principal objeto de estudio del crítico de cine debe ser el discurso de la película, todo lo que la compone técnica y argumentalmente; la crítica, idealmente, no debe estar sujeta a ninguna obligación o compromiso, y nunca, pero nunca, debe intentar imponer un criterio.
El crítico debe escribir para informar al lector, no solo sobre lo que trata la película, sino también para sugerir perspectivas e incluso encontrar intenciones que el realizador haya plasmado, consciente o inconscientemente. De la misma forma debe evitar que su ideología personal le impida reconocer movimientos históricos, culturales y políticos influyentes en la construcción del filme.
A pesar de lo anterior, el oficio del cronista de cine tiene mucho de creación: el crítico debe reinventar un filme desde sus propios recursos, desmenuzar el trabajo del cineasta y su equipo, descomponerlo en todas sus partes y examinarlo de cerca, para luego volver a armarlo bajo la premisa de lo que le dejó emocional y sensorialmente, pero también intelectualmente.
Aunque la crítica no puede situarse por encima de la realización de películas, el crítico, al igual que el cineasta, debe tener una visión única y objetiva del mundo y tiene la responsabilidad de obedecer sus propios criterios al momento de criticar, y no lo que la sociedad imponga como correcto o incorrecto.
A pesar de lo atractivo que parezca ir por la vida viendo un filme tras otro para luego escribir sobre ellos, este oficio también tiene un lado triste: descomponer cada película que ve puede hacer que el crítico se vuelva inmune a la verdadera magia del cine. Así, el gran desafío de la profesión consiste en lograr conservar la ilusión y la inocencia al ir a ver cada nueva película y de esta manera empezar con la deconstrucción de la pieza en cuestión, con el mismo asombro y la misma curiosidad de la primera vez.
Por: Marthaloidys Guerrero