Un festival de cine es un espacio que se caracteriza por exponer novedades cinematográficas y por incorporar, generalmente, una competencia en la que esas novedades serán evaluadas por un jurado. Aunque normalmente atraen a distribuidores y productores, un rasgo distintivo de los mismos es que están orientados al público y a la prensa.
Existen cientos de festivales cinematográficos alrededor del mundo, de carácter local e internacional, de largometrajes y cortometrajes, mixtos, de documentales, de animados, etc., algunos incorporan mercados de cine y algunos son más representativos que otros, como el caso de los que han sido acreditados como festivales de clase A por la Federación Internacional de Asociaciones de Productores Cinematográficos, (FIAPF por sus siglas en francés), organismo encargado de regular los festivales de cine a nivel mundial. El de Cannes, el Festival de San Sebastián, el Toronto International Film Festival, el de Mar del Plata y el de Venecia, son solo algunos de los que componen ese selecto grupo.
Los festivales sirven como punto de encuentro de los profesionales de las diferentes áreas del cine, lo cual genera un intercambio de ideas y de información que mantiene a la industria en movimiento. También son agentes dinamizadores de la industria, puesto que además de promocionar los nuevos filmes de cineastas y estudios reconocidos, sirven como plataforma de lanzamiento para nuevos realizadores, que al llevar sus trabajos a los mismos, buscan despertar el interés de los distribuidores.
Directores representativos de la historia del cine han visto impulsadas sus carreras debido a galardones recibidos en algunos de los festivales de cine más importantes, como es el caso de François Truffaut, galardonado como mejor director en el Festival de Cine de Mar del Plata en 1962 por su película Jules Y Jim; Roman Polanski, cuya película Repulsión obtuvo el Oso de Oro en el Festival de Berlín en 1965; o Quentin Tarantino, con una Palma de Oro para Pulp Fiction en el Festival de Cannes de 1994.
Generalmente organizados bajo grandes presupuestos, estos eventos, a pesar de su carácter ¨cultural¨ y del aura de glamour que a veces los envuelve, son sobre todo, una gran convención de negocios. Los realizadores inscriben sus películas con la esperanza de que algún gran estudio se interese en distribuirlas, y los productores y distribuidores asisten con la esperanza de descubrir productos audiovisuales excepcionales, que tengan potencial para convertirse en éxitos masivos, es decir, rentables. A esto hay que agregar que las muestras y festivales de cine suman valor y atractivo a los lugares donde se realizan, provocando ganancias económicas a corto y largo plazo.
En República Dominicana se llevan a cabo varios festivales, que han ido desarrollándose a la par de la naciente industria y que son los responsables de que cada año lleguen a las salas de cine nacionales producciones cinematográficas de gran calidad, ajenas a la maquinaria hollywoodense.
La Muestra Internacional de Cine de Santo Domingo lleva ya 16 ediciones y es probablemente el evento de esta naturaleza más importante del país. Pero además, desde hace 8 años se realiza el Festival de Cine Global y el Festival Internacional de Cine Fine Arts desde hace 5. Existen otras muestras temáticas, como el Festival GLBT, la Muestra de Cine Medioambiental, e incontables concursos y muestras de cortometrajes a lo largo de todo el territorio nacional.
Todos estos eventos confieren un espacio importante a las producciones locales, lo que favorece el desarrollo profesional de los talentos criollos y garantiza que estén en constante exposición, generando de esta manera, crecimiento para la industria local.
Por: Marthaloidys Guerrero