Por Marc Mejía
Más público, más cine. Lo digo con convicción porque lo vivo cada semana, lo veo en las miradas del público que asiste, en las preguntas que se hacen al final de cada proyección, en la emoción con la que conectan con nuestras historias. No se trata solo de llenar salas. Se trata de sembrar pensamiento, sensibilidad y orgullo en torno a nuestro cine. Es esa la misión que asumimos desde ADOPRESCI —Asociación Dominicana de Prensa y Crítica Cinematográfica— y que, gracias al liderazgo incansable de su presidenta, Dahiana Acosta, hemos podido sostener con energía, constancia y visión. Dahiana ha sido el pilar que impulsa esta maquinaria cultural, motivándonos a cada uno de sus miembros a involucrarnos, dividirnos las tareas y aportar desde nuestras capacidades para que cada actividad no solo se realice, sino que deje huella.
Este sábado 14 de junio vivimos una jornada profundamente significativa con el taller “El Cine Descodificado: una invitación a mirar el cine con otros ojos”, una actividad organizada en el Centro Cultural Banreservas como parte del 4to Ciclo de Cine Dominicano 2025. Fue una experiencia de formación, reflexión y diálogo con el público, cuyo objetivo fue ofrecer herramientas que ampliaran su mirada sobre el cine más allá de lo superficial. Abordamos temas esenciales como las convenciones de los géneros cinematográficos, los estilos de dirección, el contraste entre el cine comercial y el cine de autor, y los elementos formales que configuran una película, desde su puesta en escena hasta el diseño de producción. En definitiva, ayudamos al público a comprender cómo se construye el lenguaje del cine, y cómo este puede ser leído y disfrutado en distintos niveles.
Abrí el taller con una presentación donde invité a desaprender, a dejar de ver el cine desde etiquetas impuestas y empezar a observarlo desde la experiencia, la emoción y la libertad. Compartimos con el público un ejercicio íntimo: mencionar las películas que marcaron su amor por el cine. Fue un momento de conexión honesta, porque al final, todos llegamos al cine por una historia que nos tocó de forma única.
Ysidro García Rodríguez, crítico y secretario de ADOPRESCI, nos ofreció un análisis profundo sobre la crítica cinematográfica como herramienta de interpretación. Inspirado por autoras como Susan Sontag y Pauline Kael, mostró cómo una obra puede desmenuzarse y revelar niveles de sentido que a veces se nos escapan. Luego, Félix Manuel Lora, investigador y fundador de CinemaDominicano, condujo un ejercicio práctico con un cortometraje que permitió a los asistentes comprender cómo se lee una imagen, cómo funcionan los símbolos, los encuadres, los sonidos y los silencios dentro del lenguaje audiovisual.
Dahiana Acosta, desde su rol como crítica y parte del colectivo de Cinependiente, abordó los géneros cinematográficos desde una perspectiva emocional y narrativa. Con ejemplos del cine dominicano como Una película sobre parejas, Veneno, Carpinteros y La bachata del biónico, ilustró cómo algunos cineastas locales rompen las convenciones del género para conectar con el público desde lugares más auténticos y provocadores. Smayle Domínguez, también de Cinependiente, complementó esta visión con un enfoque estético, explorando el diseño de producción como elemento narrativo. Utilizó obras como The Grand Budapest Hotel, The Social Network y 2001: Odisea del espacio para mostrar cómo lo visual construye significado, incluso sin palabras.
Finalmente, Víctor Piñeyro, de Seven Art Studio, cerró la jornada con una intervención vibrante, clara y motivadora. Nos recordó que el cine se disfruta más cuando se comparte, y que el análisis no debe quitarle magia a la experiencia, sino ampliarla. Habló de otros espacios que se realizan en el país con el fin de promover y crear nuevas miradas para el cine, como el de Cinemafórum en Fine Arts NovoCentro, Cine Foro de Funglode y los festivales de cine Global y Fine Arts, entre otros, como espacio colectivo para construir cultura cinematográfica, y dejó un mensaje que sintetiza el espíritu de esta iniciativa: la cultura del cine se forma con continuidad, con encuentros como este, con pasión, pero también con pensamiento.
Ese mismo sábado, al caer la noche, la asociación se trasladó a la Cinemateca Dominicana para una actividad especial: la proyección de Carpinteros, una de las obras más emblemáticas del cine dominicano, escrita y dirigida por José María Cabral. La experiencia contó con la participación de dos de sus protagonistas, Judith Rodríguez y Ramón Emilio Candelario, quienes, junto a Víctor Piñeyro, compartieron con el público anécdotas del rodaje, el proceso de construcción de sus personajes y el impacto que la película ha tenido desde su estreno. Esta conversación permitió al público no solo redescubrir una obra fundamental de nuestro cine, sino también adentrarse en los aspectos técnicos, emocionales y narrativos que la conforman. Fue una noche reveladora, que combinó reflexión, aprendizaje y un profundo amor por el cine.
Estas actividades están cambiando la industria porque están cambiando la forma en que la gente se relaciona con el cine. Cuando se entiende el proceso, se valora más el resultado. Cuando se conoce a los creadores, se respeta más el arte. Cuando se participa, se construye comunidad. Por eso, como director de CineDominicano y miembro de ADOPRESCI, hago un llamado abierto: sumémonos. Participemos. Apoyemos. No dejemos estos espacios para los mismos de siempre. La cultura necesita nuevos ojos, nuevas voces, nuevas emociones.
Estos son espacios vitales para seguir fortaleciendo nuestra identidad audiovisual. Invitamos a todos a seguir, apoyar y ser parte activa de esta transformación. Porque mientras más público tengamos, más cine podremos crear. Un cine que no solo se vea, sino que se piense, se sienta y se recuerde.