El boricua Efraín Figueroa se pone en la piel del dictador dominicano
No solo de la literatura se alimenta el espíritu de Trujillo. Con treinta años en el poder, protagonista de una de las dictaduras más atroces de la América Latina del siglo XX, Rafael Leonidas Trujillo Molina también conserva una preeminencia que se resiste a dejar campo abierto a otro político: es la figura que aún despierta interés en escritores que le siguen inmortalizando en la literatura o cineastas que ven en él (o en su Era) materia de cultivo para la creación.
Directa o indirectamente, el cine capitaliza esos episodios de la dictadura que sin lugar a duda son de un gran interés para el público. Su figura cobra actualidad con el rodaje del biopic de Félix Limardo, El infierno y la gloria, un drama histórico sobre la vida del héroe nacional teniente Amado García Guerrero, uno de los ajusticiadores que participó en el tiranicidio el 30 de mayo de 1961.
La recreación del personaje vuelve a recaer en un actor extranjero, no dominicano. Poco conocido por estos predios, Efraín Figueroa se puso el impecable traje militar del dictador, que se le verá en cines el próximo año, según anunciaron los productores de la película. Gran expectativa ha generado esta cinta dominicana, basada en un guión escrito por el periodista Huchi Lora, la cual incluye escenas (según fotos que ya están circulando) en la que Trujillo conversa animadamente con Joaquín Balaguer, interpretado por el veterano actor Víctor Vidal.
Con Félix Limardo, el realizador, muy activo durante toda la semana pasada filmando en las instalaciones del Palacio Nacional y, posteriormente, en Bellas Artes, El infierno y la gloria recreará esas ostentosas y embriagantes actividades sociales, amenizadas por una de las orquestas big band en la que aparece el maestro Rafael Solano dirigiendo y tocando los candenciosos merengues que motivaban al dictador lanzarse a la pista con una bella dama. En una de esas escenas, el “dictador” baila animadamente con la actriz Karina Noble.
La película de Limardo parece ser la primera que aborda la dictadura desde el punto principal de uno de los tiranicidas: el teniente Amado García. El argumento también reserva espacio para el resto de los protagonistas del 30 de mayo del 1961: Benjamín García (Antonio de la Maza), Liche Ariza (Salvador Estrella Sahdalá), Mario Lebrón (Antonio Imbert Barrera), Omar Ramírez (Juan Tomás Díaz), Geovanni Cruz (Modesto Díaz), Micky Montilla (Roberto Pastoriza), Orestes Amador (Pedro Livio Cedeño), Wilson Ureña (Huáscar Tejeda).
Un tema inagotable
Aunque no aparece en pantalla, la figura de Rafael Trujillo, la era de la dictadura, es recreada en El hoyo del diablo, la película de Félix Disla (El Indio) que estuvo en cartelera hace poco. Personaje éste que viene cobrando importancia en la pantalla, desde que en el 2001 el director español Mariano Barroso dirigió el drama En el tiempo de las mariposas, una producción financiada por la actriz mexicana Salma Hayek para la cadena del cable HBO, que contó con un elenco de lujo en el que ella compartió roles con Lumi Cavazos, Demián Bichir, Marc Anthony y Pedro Armendáriz.
En el tiempo… contó con el actor chicano Edward James Olmos como Trujillo, una de las caracterizaciones de más credibilidad y mejor lograda que ha tenido en el cine el dictador dominicano. Cuatro años después, Luis Llosa, realizador, hermano del premio Nobel Mario Vargas Llosa, adapta el best seller La fiesta del chivo, una película que recibió críticas favorables, sobre todo, fuera de República Dominicana. El cubano Tomás Milian se reservó el rol de Trujillo, trabajo que tuvo menos aceptación que la producción en su conjunto. En Trópico de sangre, de Juan Deláncer, el tirano es recreado por el actor dominicano Juan Fernández.
Cincuenta años después de su muerte, el cine saca partido a la polémica figura de Trujillo.
Entre la frontera de la historia y la ficción
Llevar al cine un personaje histórico significa asumir riesgos que trascienden más allá del arte. El de Trujillo Molina ha sido un caso muy peculiar para los dominicanos, donde el cine aún está en una fase de desarrollo de sus talentos –actores y actrices– y carente de un rostro que guarde un parecido aceptable con el tirano. Críticas no faltaron cuando Juan Deláncer entregó este personaje al veterano Juan Fernández, a quien no se le criticó su capacidad interpretativa, sino más bien que su figura estaba muy distante de los rasgos faciales del tirano.
Fuente: http://www.elcaribe.com.do