los oscars

El lobbismo en Hollywood es uno de los más intrincados laberintos políticos del mundo. La proximidad entre la Motion Pictures Association of America, MPAA, y el poder político estadounidense es un secreto a voces. Es por esto que, dejando de lado el hecho de que una película este bien realizada, bien actuada, si posee un buen guion, una buena dirección, etc., y aun después de que  haga el corte y quede entre las nominadas al Oscar, hay otros factores que pueden determinar si gana o no.

A lo largo de toda su historia, el cine de Hollywood ha regido y moldeado estilos de vida. Desde servir como medio de escape y/o propaganda durante las guerras, hasta desarrollar el nacionalismo, ensalzar y justificar decisiones y situaciones cuestionables, mitificar e idealizar personajes, provocar rebeliones y protestas, e implantar en las mentes de sus seguidores su modus vivendi ideal: el gran sueño americano, es un cine que, con excepciones, se ha encargado de construir cuidadosamente, y de exportar, una imagen del mundo en general y de la sociedad estadounidense en particular.

De esta manera, la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas, el organismo responsable de otorgar los Oscar, no puede darse el lujo de galardonar cualquier película. Al momento de votar, entran en juego diversos factores que pueden influir en las decisiones de sus miembros cada año: coyunturas políticas nacionales e internacionales; la opinión pública; la popularidad del filme en sectores minoritarios, el mensaje que la Academia desee enviar al elegir un filme determinado, etc. A todo esto se puede sumar el trabajo de lobby que realicen los productores de las películas dentro de los círculos más influyentes de la industria.

No es coincidencia que de las 9 producciones nominadas a mejor película en los Oscar de 2013, cuatro fueran de carácter político y/o militar (Lincoln, Zero Dark Thirty, Argo  y Django Unchained), teniendo en cuenta que el 2012 fue un año de elecciones en los Estados Unidos. Menos coincidencia aun es que ganara Argo, precisamente la película que deja como infalibles a los organismos de inteligencia estadounidenses, a la vez que es una película sobre Hollywood y su poder de hacer creer cualquier cosa.

De igual manera se puede mencionar el caso de Shakespeare In Love, que estando nominada en los Oscar de 1999 con películas de la talla de Saving Private Ryan y La Vita è Bella, obtuvo el premio debido a la  millonaria y dinámica campaña de promoción, incluyendo eventos especiales y fiestas, desarrollada por Harvey Weinstein, para asegurarse de que la mayor cantidad de miembros posibles de la academia viera la película y conociera a los actores.

El poder del cine trasciende lo común. Es capaz de hacer soñar, de hacer creer, de despertar emociones y necesidades. Permite transmitir tendencias e influye en  la consciencia colectiva. De ahí que se considere una herramienta lo suficientemente poderosa para ser tratada con cuidado y para justificar que la relación de Hollywood con la política seguirá por muchos años más.

Por: Marthaloidys Guerrero

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