Sandra I. Mustelier Ayala
sandraileanam@gmail.com
La lucha de Ana, recorrerá similar suerte – valga la analogía- que la
propia historia que cuenta. Es una película cuestionadora de la
realidad social dominicana. No es una película comercial, ni
taquillera. No se inserta en los paradigmas estereotipados del cine
hollywodense. No es la simplona comedia-publicitaria o parodia fácil,
sobre la idiosincrasia dominicana que provoca una hilaridad
irracional, aunque huelguen los conceptos y valores artísticos. El
Director Abud, tuvo que pasar una "lucha", como su protagónica Ana,
con guión bajo el brazo, para apenas conseguir unos "chelitos" y
filmar, una película de bajo costo pero de altos valores estéticos y
conceptuales. Algo similar le sucede al personaje de Ana, que con
dolor desgarrante, recorre instituciones inoperantes y con
funcionarios corruptos, en su interior, para tratar de hacer justicia
por el asesinato de único hijo de 16 años. Excelente tema. Conmovedor
guión, coherente con el drama real que vive la sociedad dominicana,
sobre todo, la clase social baja, con sus penurias y la solidaridad
interna que la caracteriza. La historia transparenta la polarización
social, la falta de oportunidades que padece nuestra adolescencia y
juventud.
Independientemente de un marcado desnivel actoral, es digno destacar
la actuación de Cheddy García, encarnando el personaje de Ana, quien
nos hizo sobrecogernos, -sobre todo a las que somos madres- y sentir
con ella, el desgarrador dolor de la pérdida de su hijo.
Como tuve la oportunidad de decirle al Director: muchas obras en la
historia del arte, no han sido justamente valoradas ni en su momento,
ni en su país. Y quizás sea necesario algún premio "extranjero" para
darnos cuenta que deberíamos exhibirla en los barrios, en las escuelas
públicas, y hacer cine-debates en múltiples espacios juveniles, porque
es ésta una de las funciones sociales del arte: la educación estética
y ética; y más aún en contextos como los nuestros, el arte más que
contemplativo, ha de ser provocador de reflexiones, aleccionador, para
ayudarnos a mirarnos por dentro, como sociedad, en un proceso de toma
de conciencia. La obra de Abud se erige en el Grito social -quizás
como el de E. Munch en su época- de la necesidad de la acción social
integradora, en pos de mejores oportunidades para la juventud
dominicana, sobre todo, de los que viven como Amaury y Raúl.
El tema y fundamento conceptual de La lucha de Ana, pareciera estar
sustentada en los presupuestos de la antropología de la diversidad
social y cultural. Es una película de crítica social que me provoca
los recuerdos de obras valederas, de los más renombrados directores de
la producción cinematográfica latinoamericana, en los últimos veinte
años. Llegan a mí, escenas de películas de Subiela (Argentina) y de
las más agudas y artísticas críticas sociopolíticas de la Revolución
cubana, como han sido las de Tomás Gutiérrez Alea (Titón) (Cuba).No
puedo dejar de mencionar, en esta hora, a la paradigmática Fresa y
Chocolate que contribuyó a transformar la visión y actitud de los
cubanos -y en otros lares- en relación con el tipo social del
homosexual; y cuando digo los cubanos, incluyo por supuesto a los
funcionarios y dirigentes comunistas. La lucha de Ana tiene puntos de
contacto con aquella película, nominada como mejor película
extranjera a los Oscar.
Pero…, como tampoco recibió Ana el apoyo oficial, para hacer
"justicia", algo sí logró: la solidaridad de los suyos, que hicieron
de su causa, la de ellos; también habrá algún tipo de "justicia" para
la película La lucha de Ana, y se hará, quizás con el empeño de su
equipo de realización, con los premios por recibir y con la
solidaridad de su pueblo, porque a este pueblo -sobre todo a la clase
protagonista- le hacen falta películas de esta naturaleza, y a
nosotros pertenece esta obra de arte.