Por EULALIO ALMONTE RUBIERA
¿Como resumir, sin faltar a la enjundia, la fecundidad de una semilla que la vocación, la tenacidad y el talento labraron en los escabrosos terrenos de las tablas y el celuloide, recreando con pinceladas históricas la vida sin estruendos de Víctor Pujols?
La tarea no distaría mucho de tratar de hacerlo con el propio cine dominicano, del que la memoria culpable ha enterrado su progenitura, como si los siglos no tuvieran voz para contar su propia historia, y de paso la nuestra.